30 prosas de amor, 05

14-06-2012.
Aquí llega la tarde mientras te tengo a solas, cuidando de tus besos, y llega algún concierto, un premio de poesía, jaén, la lluvia aquella, y otra vez el sabor de aquel viaje que nos hizo sentirnos boreales, y aquel guiño del brindis por la aventura nueva en carabela cuatro, ebónimo en el patio, y los tibios cafeses del citröen, lejanos, desahuciados, ahora en los olvidos, y me dices que limpias el otoño del porche tantas veces regado con tu aroma.

Hoy es uno de esos días de plomo, inaguantables, la nieve no ha venido, a pesar de los falsos profetas, que no aciertan ni una, será siempre el destino, desayuno facón, luego las migas, con los vientos serranos de la sierra nevada en los inviernos, como letras de otoño recitando poetas innombrables, sabor de frutos secos, jamila en las pestañas del encuentro agridulce como siempre, se acercan las postales de belenes de gasay claudia nos anuncia con su lengua de trapo que existen reyes magos entre los sauces llorones de geniles y darros.
Estrena pronto alberto su tricornio y su sable, mis hijas instaladas en la arritmia del mundo, la angustia que me llega mientras oigo tu voz lejana y sola, que me trota zumbona, servil, intransferible, cuando más prisa tengo y menos ganas de desamar lo amado, tu vientre, tu palmera, tu fuego lento siempre y a pedir de boca, no te llega ‑me dices‑ el amor que te habla y, sin embargo, te tengo como huella en la luz de mis rincones, avictoriada higueras, la voz de azules prosas.
Este piso hacia el norte, sanjuán en tragaluz, a la derecha del baño que preside un pasillo, tu foto sobre el arca que me compré en lisboa, la sexta con el fútbol de la noche enemiga, de vez en cuando vienes y corriges mis usos, entonces me cabreo y me quedo sin postre, pero a veces también ocurre algo que nos hace comernos los metales, tu lengua entra encendida, como un ascua volcánica que invade la piel de las sirenas.
Son las prosas de amor que ahora te escribo mi tiempo incomparable, la luz y el eco vivos, desnudamente mansos, tan limpios y expresivos, tan tuyos, tan volcanes que si no te quisiera te querría y si no he de quererte ya te quiero, porque sí, ya lo ves, porque no puedo desligarte del hambre que me oprime, y esto es lo que hay, te guste o no te guste, como yedra enredada y verdecida.

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