3, 5

19-06-2012.

Durante mucho tiempo arrastró como un apestado aquellas costras purulentas que nunca se secaban y los tolondrones que no reducían sus cumbres. Por eso, también llevó la cabeza tan rapada que parecía un tiñoso. Anduvo por Avisadores, Nacorí Chico, Huachinoa, Mesa, Tres Ríos, se alargó hasta Opodepe. Trapicheaba, robaba, mendigaba y, luego, huía. Había momentos, sobre todo durante las noches, en que parecía oscurecerse el mundo por completo, incluso la conciencia. El cielo se transformaba en un manto negro, sin una sola estrella, y la tierra era como un inmenso monstruo oscuro de respiración abrumada.

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