Un puñado de nubes, 87

28-10-2011.
Sonó el móvil de León. Se sobresaltó. Estaba desorientado. Se incorporó. No sabía dónde estaba la luz de la mesilla de noche. Pensó en Alfonso. Seguramente lo estaría llamando ya desde el aeropuerto. Al fin encendió la lamparilla de su lado y una débil luz celeste iluminó unos círculos de la cama. Envuelta en las sábanas, en el centro de la cama, Amalia dormía. Apenas si sus cabellos sobresalían del embozo. León cogió el móvil.

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