En aquel día de enero de 1921, escribe el historiador y periodista Manuel Leguineche: «La animación en la calle Larios de Málaga era extraordinaria. Soldados y familiares, padres, novias, hermanos y amigos llenos de entusiasmo patriótico, daban o escuchaban las últimas promesas de escribir cartas desde los campamentos, las aldeas del Rif, incluso bajo el fuego de los francotiradores…».
No se imaginaban lo que les esperaba.
La operación militar, dirigida por el general Silvestre, Comandante General de Melilla, tenía como objetivo vencer al insurrecto cabecilla rifeño Abdelkrim, anteriormente secretario del Negociado de Asuntos Indígenas, profesor de árabe, Kadi-kodat (juez de jueces) en Melilla y aliado del mando español. Abdelkrim había estudiado en Málaga.
Aquellos soldados eran reclutas forzosos, mal entrenados, mal pagados, mal alimentados, mal armados con fusiles viejos encasquillados, mal calzados con albarcas y alpargatas, desmoralizados, conocedores de la corrupción de su propia intendencia que vendía las mejores armas al enemigo, al que se le tenía un miedo atroz.
8 000 españoles, muertos en el horno de Annual; más 1 500 de otras posiciones repartidas; más 492 prisioneros. Después, 3 000 hombres del general Navarro en el Monte Arruit. Después, Nador, donde respetaron la guarnición hasta que el general Berenguer autorizó la rendición el 9 de agosto, justo el día en que llegaron, de la península a Melilla, 25 000 soldados españoles.
Atrás quedaban salvajes mutilaciones, crucifixiones, empalamientos… a pobres soldados, víctimas de un injusto sistema de cuotas que permitía sustituir, en el servicio militar, a los señoritos pudientes por otros infelices, a los que pagaban para preservarse de la guerra.
«Annual era una página negra: los muertos pregonados en las calles por los voceadores de prensa clamaban venganza contra los malos salvajes, los beréberes del Rif, a los que la imaginación popular tachaba de sanguinarios, traidores y sádicos, sin compasión. Todo lo que hicieron fue luchar en legítima defensa», afirma Leguineche.
Abd el Krim, que había derrotado al ejército español tras unir a las dispersas tribus beréberes, consiguió formar la República Independiente del Rif, con bandera y moneda propia, cuya capital fue Tetuán.
Cinco años después, la victoria de Alhucemas por las tropas españolas, considerada como la salvación del orgullo nacional perdido en Annual, fue el principio del patriotismo desmedido que condujo a media España a aplaudir el golpe de estado y posterior dictadura de uno de los héroes de Alhucemas, el general Franco, al que ayudaron en la guerra civil española 60 000 marroquíes. Incumpliendo el Tratado de Versalles (1919), que prohibía el uso de armas químicas tras la Primera Guerra Mundial, España gaseó con gas mostaza las cabilas rifeñas, con unas consecuencias que aún perduran en enfermedades de cáncer en la población.
La guerra en el Protectorado, por fin, había terminado. Abd-el-Krim, exiliado en Egipto, murió a los ochenta años en El Cairo. El presidente Nasser presidió las honras fúnebres. España concedió la independencia a Marruecos en 1956, unas semanas después que Francia, en el reinado de Mohamed V, abuelo del actual monarca Mohamed VI.
Annual ha sido una de las guerras más inútiles y corruptas de nuestra historia. Soldados desnutridos y harapientos, de las capas sociales más pobres del país, fueron sacrificados. ¿Qué pretendíamos colonizando el Rif? ¿Consolarnos por las pérdidas de las últimas colonias en el 98? ¿Satisfacer intereses financieros de algunos políticos? ¿O, simplemente, complacer las ambiciones personales de un grupo de militares aristócratas del entorno del rey Alfonso XIII? Annual puso en evidencia la corrupción política y la crisis de la sociedad española, que permitió el sacrificio de aquellos españoles que lucharon, por un falso honor patrio, contra los beréberes del Rif, calificados por la prensa española de la época como feroces y crueles, sin comprender que todo lo que hicieron fue luchar contra el invasor en una de las tragedias más corruptas de nuestras intervenciones militares. |
Annual es hoy un pueblo desperdigado entre lomas, en el que nada queda del reducto militar. Hay un monumento que conmemora la victoria rifeña sobre los españoles. Alguien ha pintado sobre el encalado monolito la efigie de Abd el-Krim. Junto a su rostro puede verse el símbolo del movimiento amazigh, los nacionalistas beréberes que pretenden la independencia del Rif del reino de Marruecos.
Desde 2004, el Ateneo de Málaga participa en los programas de cooperación cultural del Ayuntamiento de Málaga con el objetivo de impulsar el asociacionismo cultural y las relaciones en diferentes ámbitos del conocimiento entre Málaga, Tetuán, Nador, Tánger, Alhucemas y Xauen.
En el 90 aniversario del desastre de Annual (semana del 18 al 22 de julio), el Ateneo de Málaga, desde su vocalía de fotografía, ha organizado un ciclo de conferencias, mesas redondas y exposiciones sobre tan trascendentales acontecimientos de nuestra historia reciente.
Diego Rodríguez Vargas
Presidente del Ateneo de Málaga
diegorv49@gmail.com