16-12-2010.
Los escritos de Blas Lara no sólo suelen ser interesantes, sino que, además, convencen por la inteligencia de sus planteamientos, por el fecundo soporte erudito en que se sostienen y por la coherencia de sus conclusiones.
«¡Qué nivel!», que diría Dionisio… Por tristes circunstancias familiares, no quise añadir una apostilla a su artículo del 11-11-2010, titulado “Yo y Dios” (no se vea, por favor, ninguna presunción o arrogancia en la anticipada colocación del pronombre, sino más bien una disposición, un camino de búsqueda del individuo hacia un objetivo, un fin, una meta; en este caso, Dios).