18-12-2010.
—Mira estos números, a ver si me ha tocado algo.
Mi mujer viene de la cocina y deja encima de la mesa un sobre lleno de números de lotería, muy bien doblados, con notas escritas a bolígrafo para saber el establecimiento en el que los compró: panadería, frutería, supermercado… Mi mujer no compra décimos enteros, porque eso desequilibraría su presupuesto familiar. Sin embargo, le gusta aceptar las participaciones que le ofrecen, con la ilusión secreta de poderme dar, alguna vez, una gran alegría. De Pascuas a Ramos, le toca «lo puesto» ‑como ella dice‑ y eso supone una pequeña fiesta. Llama a todo el mundo por teléfono y espera a que vuelva del trabajo nuestra hija, para enseñarle el papelito con cierto orgullo:
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