“Pina”

Tras el paréntesis de dos semanas de ausencia cinéfila por mi parte (por motivos imponderables), me incorporé a los jueves temáticos del Cineclub el Ambigú (aquel 14 de mayo de 2015), para visionar “Pina” (2011), en VOSE (versión original subtitulada en español).

Era un homenaje de Wim Wenders (como director y guionista), en 3-D, a la bailarina y coreógrafa alemana Pina Bausch, maestra de la danza, en un documental que recoge principalmente los testimonios de sus colaboradores, siendo musicada por Thom y fotografiada por Hélène Louvart. Wim Wenders consigue crear la primera película estereoscópica, relevante de la Historia del Cine. Una pieza totalmente hipnótica.

Pina Bausch (1940-2009) fue una vividora que decidió dedicar su vida a bailar mediante la danza contemporánea, pasando a ser coreógrafa, creando una simbiosis perfecta entre cuerpo y alma. Falleció repentinamente durante la preparación del rodaje de esta película, sin haber cumplido los 70 años.

Fue una pena que acudiese escaso público, pues ese día algunos de los incondicionales a la sala oscura habían trocado su afición por la música clásica, ya que durante aquel mes de mayo -y parte de junio- el XXVII Festival Internacional de Música y Danza Ciudad de Úbeda se ofrecía esplendoroso al diletante público; por lo que aquella tarde-noche tuvieron que competir -culturalmente hablando- cine y música como buenos hermanos de las artes que son. La otra protagonista y competidora era Paloma Gómez Borrero, que recitaba poemas de Santa Teresa en el auditorio de esta misma casa. Tuve la suerte de oír sus ecos y aplausos, cuando bajaba la señorial escalera del Hospital de Santiago y accedía al patio santiagués, en donde una dulce brisa regalaba su encanto y frescor, tan ansiados, en aquella calurosa jornada del adelantado estío ubetense.

Andrés nos sorprendió gratamente explicando el filme, confidenciándonos que era un documental que en ningún momento se asienta sobre el realismo, pues los bailarines de Pina aparecen sobre fondo neutro, no se les oye hablar en las entrevistas, solamente suena su voz en off, acentuando la sensación de irrealidad y de magia a la que sus compañeros y subordinados le rinden un merecido homenaje a su muerte, recordando (cada cual) los distintos entresijos de su fuerte personalidad que los embaucó en ese proyecto común.

Como Wenders era amigo personal de la coreógrafa, construye este documental mediante bailes, que tienen lugar en diferentes escenarios (teatro, desierto, río, metro aéreo, terraza o esquina de una calle), constituyendo una antología de las más famosas coreografías de Pina, desde «Café Müller» a «La consagración de la primavera», pasando por otras que son materializadas por bailarines de la compañía Wuppertal Tanztheater, todas ellas acompasadas de hermosas y enérgicas partituras de Tchaikovsky, Stravinsky, barrocos centroeuropeos y canciones modernas latinoamericanas, en un banquete visual que deleita los sentidos. Cuando un cineasta es capaz de acariciar y palpar tu alma, estás avocado irremisiblemente a rendirte y acunarte entre sus brazos.

La verdad que fue una valentía, por parte de los gurús de nuestro cine ubetense (Juan y Andrés), programar tal película, tan contemporánea, que estuvo a punto de ganar un óscar pero que, al final de la proyección, los asistentes se lo regalamos con creces (con nuestro cálido y encendido aplauso) al quedar gratamente impresionados.

La película comienza como acaba: imitando mímicamente -todos los actores y en fila- las cuatro estaciones del año que viven con una maestría y un desparpajo sorprendentes.

A mí, que -particularmente- la danza moderna no es plato preferente de mi mesa cultural, tengo que reconocer que me gustó y me dejó pensativo, pues los temas tratados son los eternamente humanos: la soledad, el amor, la muerte, los sueños, la ternura, la alegría, el humor, etc.; pero, todos ellos, bajo la perspectiva personalísima de Pina Bausch y Wim Wenders,que saben crear un grupo escénico y coreográfico, tocando todos los palos dentro de la coreografía moderna y que no te permite aburrirte ni un momento.

Su director sabe conjugar elementos naturales y cotidianos con ese privilegiado grupo de bailarines y coreógrafos que lo mismo hacen su creación escénica en el escenario clásico que al aire libre y envueltos de lo más telúrico que tienen: la tierra, el agua, la arena o las rocas. Solo faltó el fuego, como nos desvelaron los griegos, para completar los cuatro elementos primigenios de la Tierra.

Los actores-bailarines muestran una flexibilidad pasmosa, un encanto personal que les hace foco de atención continua de los espectadores que quedamos anonadados de tanta fortaleza física y mental, para realizar esos juegos malabares con su propio y atlético cuerpo; con esos escorzos imposibles para cualquiera de nosotros, pura expresividad y laxitud de sus físicos privilegiados y de su rostro; y con esa plasticidad para dar -cada uno- todo lo mejor de sí mismo, explorando lo desconocido que todos llevamos dentro; pero sabiamente guiados e impulsados por Pina, la diosa Pina de aquel Olimpo alemán, de la que todos lamentan su pronta y repentina muerte, materializando esta película-documental en su fiel memoria. Almodóvar le hizo su particular homenaje en la primera escena de “Hable con ella”. La actuación de la artista emocionaba a los protagonistas masculinos de la cinta.

El aplauso final llegó con más fuerza que nunca, pues “Pina” nos había abducido con su música y las interpretaciones y declaraciones personales de muchos de los bailarines (algunos de cierta edad) que, aun siendo de distintas nacionalidades, forman un grupo compacto que sabe realizar cualquier coreografía o performance con una facilidad y novedad pasmosas, creando imágenes que recuerdan a aquel Dalí surrealista, libre de interpretación.

La poesía que nos dejó a todos los asistentes fue venero e inspiración para nuestras obligaciones y quehaceres y fuente de introspección continuada, al pensar en lo corta que es la vida y lo bien que podría aprovecharse, si se trabajase en lo que a cada uno le placiese, para alcanzar la ansiada felicidad que todos vamos buscando.

Úbeda y Sevilla, 23 de octubre de 2019.

fernandosanchezresa@hotmail.com

Deja una respuesta