Por Fernando Sánchez Resa.
Todos los años, cuando llega el primer acueducto vacacional de diciembre, un sentimiento de alegría y nostalgia invade mi espíritu y el de muchos melómanos de diferentes latitudes, pues se acerca el momento más esperado del año: cuando el otoño va despidiéndose y una nueva edición del FESTIVAL DE MÚSICA ANTIGUA ÚBEDA Y BAEZA llega para quedarse unos días con nosotros. Y al igual que las hojas siguen cayendo de los árboles alfombrando calles, plazoletas y avenidas, las ondas musicales más genuinas y añejas vienen a inundar el aire de estas dos ciudades hermanas, que son Patrimonio de la Humanidad, mientras entrelazan sus manos y corazones, siendo imanes de atracción a múltiples y variados visitantes que llegan sedientos de música, gastronomía, monumentalidad, historia…, disfrutando de los enclaves más insospechados y entrañables que se puedan imaginar.