Por José María Berzosa Sánchez.
34.4. Circunlocución.
Figura que consiste en expresar por medio de un rodeo de palabras algo que hubiera podido decirse con menos o con una sola, pero no tan bella, enérgica o hábilmente.
A).
«En esto, ya comenzaban a gorjear en los árboles mil suertes de pintados pajarillos, y en sus diversos y alegres cantos parecía que daban la norabuena y saludaban a la fresca aurora, que ya por las puertas y balcones del Oriente iba descubriendo la hermosura de su rostro, sacudiendo de sus cabellos un número infinito de líquidas perlas, en cuyo suave licor bañándose las yerbas, parecía asimesmo que ellas brotaban y llovían blanco y menudo aljófar; los sauces destilaban maná sabroso, reíanse las fuentes, murmuraban los arroyos, alegrábanse las selvas y enriquecíanse los prados con su venida».
Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra, Barcelona, Planeta, 1962, primera edición.
B).
«Mientras la bronca, Curro, el puñalero, se secaba el sofoco entre barreras, explicándole a Gonzalito, su mozo de espadas. la razón de la sinrazón que su sino aqueja, y Gonzalito asentía a todo, poniendo cara de naipe. Curro había intentado un pase a ese cuarto toro, citándole desde donde darlo era imposible, y le salió el piélago del ignoto limbo«.
La «puñalá». Joaquín Vidal, El País, 22—5—86.
C).
«… para besarla en la confluencia de las clavículas, donde el hueso se repliega y deja una concavidad que se adapta como un estuche a los labios del que rinde pleitesía«.
La tempestad. Juan Manuel de Prada, Barcelona, Planeta, 1997.
34.5. Correlación.
Correspondencia o relación recíproca entre dos o más cosas o series de cosas.
A).
«Cada vez más presente.
Como si un rayo raudo
te trajera a mi pecho.
Como un lento rayo
lento.
Cada vez más ausente.
Como si un tren lejano
recorriera mi cuerpo.
Como si un negro barco
negro».
Cancionero y romancero de ausencias. Miguel hernández, edición de Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia, Madrid, Cátedra, 1993.
34.6. Disfemismo.
Modo de decir que consiste en nombrar una realidad con una expresión peyorativa o con intención de rebajarla de categoría. Se opone a eufemismo.
A).
«No me canso de mirar a las mujeres. A los hombres también, pero menos. Será un tic contagiado de los colegas masculinos, que a todas horas me alertan sobre los culos que pasan o las espaldas que permanecen. A ellos siempre les han gustado las mujeres obvias, esos ejemplares que caminan con los cuartos traseros por delante como si fueran su tarjeta de presentación. Los hombres miran con ojos mirones, taladradores, miran con mirada anticipada, y si van por la calle y viene una mujer de frente, antes de rebasarla ya le han visto los cuartos traseros. Porque, reconózcanlo, se fijan mucho en los cuartos traseros. Les traiciona una vocación ancestral de tratantes de ganado. Una mujer empieza por el culo. El culo es como la garantía del poderío corporal, el código de barras, la fecha de caducidad y todo junto».
El reino de las cachas. Carmen Rigalt, Madrid, el mundo, 24—8—1997.
B).
«Cada uno de los soldados al llegar al establo será alimentado con sus propias canalladas, convertidas en excremento real (no metafórico). Sin ninguna clase de consideración ni acomodos. Nada de que al hijito del señor ministro se le permita comer pan duro en lugar de su correspondiente caca. No señor: o se hacen las cosas como es debido o no vale la pena que se haga nada. Que coma su mierda. Y más, todavía: que coma toda su mierda. Bueno fuera que admitiéramos que coma una cantidad simbólica. Nada de símbolos: cada uno ha de comer su exacta y total canallada. Es justo, se comprende: no se puede tratar a un infeliz que simplemente esperó con alegría la muerte de sus progenitores para recibir unos pesuchos en la misma forma que a uno de esos anabaptistas de Mineápolis que aspiran al cielo explotando negros en Guatemala. ¡No, señor! justicia y más justicia: A cada uno la mierda que le corresponda, o nada. No cuenten conmigo, al menos para trapisondas de ese género».
Sobre héroes y tumbas. Ernesto Sábato, Barcelona, Seix Barral, 1991, 5.ª edición (definitiva).
C).
«Ya no se acuerda de cómo se llamaba aquel vecino, que murió hace muchos años, no como éstos, que van a durar siempre, porque ahora los viejos no se mueren ni a los cien años, pueden durar viente o treinta años cagándose y meándose encima, y cualquiera los mete a éstos en una residencia. El viejo lo está diciendo siempre, que él se muere en su casa y en su cama, pues nada, que se muera como le dé la gana, pero que no dé más por culo«.
Plenilunio. Antonio Muñoz Molina, Madrid, Alfaguara, 1997.
D).
«Quise apartar el cogote de su vientre, en señal de protesta, pero Giovanna Zanon lo apretó aún más, clavándome los pedruscos de su corpiño.
La tempestad. Juan Manuel de Prada, Barcelona, Planeta, 1997.
34.7. Equívoco.
Figura que consiste en emplear palabras que pueden entenderse o interpretarse en varios sentidos, o dar ocasión a juicios diversos. En el primer ejemplo, habla de los funcionarios congelados de frío y de sueldo.
A).
«Estamos en plena involución social, política, nacional, y a la puerta del teatro había una mujer dormida en el suelo, una mendiga que pronto recogerá el CESID para sus experimentos con vistas al Nobel de Ciencias. Por San Jerónimo subía una manifestación de funcionarios congelados. Es la rentrée, o sea».
La derechona. Francisco Umbral, Barcelona, Planeta, 1997.
En el segundo, juega con dos referencias: una erótica y otra meteorológica.
B).
«Por medio de mi portátil entré en Internet, en busca de documentación. En el web del tiempo correspondiente a España decía: «Como El Niño ha vuelto a calentarse, La Niña viene completamente húmeda». Cuando La Niña se humedece, Europa en general, y España en particular, padecen borrascas, temporales, aires fríos, truenos y relámpagos. Cuando La Niña se moja, España entera se moja. Pero ese fenómeno se produce, ya digo, si El Niño se calienta. y El Niño (o calentamiento del Pacífico, según leo en Internet) se ha calentado».
Marta Chávarri y la metereología. Eduardo Mendicutti, Madrid, el mundo, 24—8—1997.
Un tercer ejemplo más, de carácter vulgar:
C).
—Imaginaria, tráeme un plato, que se me ha roto un huevo.
—Imaginaria, ¿sabes de electricidad? Ven a ver si esto mío es corriente.
Ardor guerrero. Antonio Muñoz Molina, Madrid, Alfaguara, 1995, octava edición.