Por José María Berzosa Sánchez.
La intención
Una cita del propio autor nos orienta:
«En efecto, llevad la mira puesta a derribar la máquina mal fundada destos caballerescos libros, aborrecidos de tantos y alabados de muchos más; que si esto alcanzásedes, no habríades alcanzado poco». DQ, Prólogo I, 18.
La manera de conseguir este propósito la planea a través del humor que se produce por los desatinos que organiza don Quijote. El caballero que quiere arreglar el mundo, ayudando a los necesitados, vuelve apaleado, humillado y socorrido. Su fracaso no puede ser más rotundo en esta primera salida. La locura del protagonista nos hace sonreír, a pesar del poso triste que nos embarga por su ridícula actuación.
temática
Motivaciones
Posiblemente, Cervantes entendió que, en esos libros de caballeros andantes que pretendía derribar, se observaban una serie de defectos como los siguientes:
1. Eran libros que trataban situaciones moralmente obscenas. Por eso hace a don Quijote un caballero, más que puro, virgen. Su trato amoroso con Dulcinea es absolutamente platónico.
2. En otro sentido, frente a las aventuras caballerescas, tan inverosímiles, Cervantes aporta un realismo cotidiano y aburrido que rodea a un hidalgo transportado a otro mundo. Como muestra de esto, baste citar a los personajes de la venta y de los caminos.
3. Por último, es cierto que Cervantes pensaba que aquellas novelas estaban mal escritas. Es posible que con su Don Quijote pretendiera despedir dignamente un género narrativo que ya languidecía.
Con estas motivaciones y otros méritos indudables del autor, la novela resulta ser mucho más que una invectiva contra las novelas de caballerías.
Cosmovisión
Cervantes elige como protagonista de su obra a un hidalgo de condición social media‑baja, cuyo prestigio social es mayor que su capacidad económica. Para elegir a este personaje, debió seguir unas pautas irónicas: no era ni por el tiempo, ni por la edad, ni por su economía, ni por su entorno, el hombre más indicado para ejercer oficio tan aventurado y expuesto.
Con todo, el amor a la aventura sí está claro en esta primera salida. Ese gusto por el viaje puede entenderse como un reflejo del anhelo de libertad, por encima de las aburridas costumbres del pueblo. Nos encontramos, de forma insinuada, con el tema fundamental de la obra: la libertad es el mayor bien a que puede aspirar el hombre.
Caracterización
Para cinco capítulos son muchos los personajes que aparecen en esta primera salida. De cualquier manera, no todos son de la misma importancia. Una somera clasificación nos daría estos tipos diferentes:
Siluetas
Lo forman el grupo de la venta y el de los mercaderes. Y, por la poca incidencia que tienen en esta primera salida, el ama, la sobrina, el cura, el barbero y el escudero.
Los personajes‑silueta apenas si están definidos por algún rasgo físico o moral; y su aparición siempre es fugaz.
Tipos
Las dos mozas, la “Tolosa” y la “Molinera”, representan el carácter de las prostitutas al uso, que frecuentaban las ventas de aquellos tiempos.
El ventero es otro carácter frecuente: zalamero, servicial, socarrón y, sobre todo, ávido del dinero del huésped. Que en este caso deje a don Quijote marcharse sin pagar los servicios recibidos no es sino por evitar males mayores.
Andrés, el muchacho, representa el tipo del aprendiz que es explotado por su rico dueño. Un astuto zagal que no duda en tomarse alguna propiedad del amo, como oculta compensación. Es una especie de pícaro.
Por el contrario, el rico labrador ‑Juan Haldudo‑ representa a la clase social acomodada ‑como ganadero y agricultor‑, que negocia siempre con ventaja, incluso hasta la extorsión. En este caso, se toma la justicia por su mano, contra Andrés.
El vecino de don Quijote, Pedro Alonso, puede ser el tipo del lugareño cercano, servicial y respetuoso, acostumbrado a las normas del trato social de su época.
Estos personajes están mejor definidos en su manera de ser, bien por la descripción del narrador, bien por su intervención en el asunto, que es más detenida que la de los personajes‑silueta.
Personajes simbólicos
Don Quijote es el símbolo de una utopía: el ejercicio de la vida caballeresca, en unos tiempos absolutamente inapropiados. Dentro de esta utopía, el mayor anhelo de don Quijote es realizar la justicia en el mundo:
«Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efeto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que emendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer». DQ, I, 2, 40.
En el episodio de Juan Haldudo, comprobamos los contrarios resultados de este anhelo quijotesco. En la misma línea burlesca, están los casos del arriero atacado y malherido, o del grupo de mercaderes.
Dulcinea es el símbolo del amor idealista.
«Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo, ni le dio cata dello». DQ, I, 2, 39.
Protagonista
Es el mismo don Quijote. El personaje está muy bien retratado. Ya tiene los rasgos básicos que lo van a caracterizar para siempre. Sin embargo, por la brevedad de esta salida primera, nos quedamos sin conocer lo más interesante de él: su auténtico pensamiento, fuera de la locura caballeresca. Y, mejor aún, su grandísima humanidad.