Por Juan Antonio Fernández Arévalo.
Parafraseando a Miguel Hernández en su Elegía a Ramón Sijé, he recibido, con amargura, la noticia de que: «En Linares, su pueblo y el mío, se me ha muerto, como del rayo, Juanito Vargas, con quien tantos momentos compartí».
Siempre me viene a la memoria esta elegía cuando pierdo ‑perdemos todos los que convivimos estrechamente con él‑ a una persona tan querida como Juanito, “Juanini”, Vargas, “Varguillas”, que de todas esas formas le llamábamos.