Por Fernando Sánchez Resa.
Estábamos a 23 de octubre de 2014, cuando llegó la película estrella del ciclo sobre Nicholas Ray (1911-1979): Rebelde sin causa (Revel without a cause, 1955). Toma el título del libro Rebel without a cause: The Hypnoanalysis of a Criminal Psychopath (1944), del psiquiatra Robert M. Lindner. Algunos asistentes ya la conocían y habían visto, pero la mayoría no. Mientras el local se iba poblando de amantes cinéfilos, entre los que se encontraban tres jóvenes norteamericanas (una de ellas, con rasgos orientales), la plácida y primaveral tarde seguía sus derroteros acostumbrados, brindando buena temperatura y mejores resonancias al personal allí congregado.
Juan, nuestro mentor cinéfilo, preparó todo el aparataje necesario para que esta película fuese visionada en español (como se tenía prometido) y, en honor a las tres visitantes extranjeras, puso los subtítulos en inglés; que, además, sirvieron a más de un aprendiz del idioma de Shakespeare para profundizar o recordar sus características expresiones idiomáticas. Nos explicó que era una película muy conocida, por el famoso primer actor (James Dean), ya que, al poco tiempo de maquetar el filme, murió en un accidente de tráfico, quedando inmortalizado y catapultado a la fama; juntamente con su pareja, Natalie Wood, jovencísima y guapa, que daría mucho juego cinematográfico en el devenir del tiempo; también hizo mención especial del actor que protagonizó a Platón (Sal Mineo), que hacía un papelazo, digno de resaltar.
Como en otras películas, Ray retrata bastante fielmente la alterada y loca vida que llevaba James Dean, como si estuviese haciendo una premonición de lo que le iba a ocurrir en la vida real, teniendo una actitud desinhibida y libérrima, pensando siempre que la juventud había que vivirla a tope, para que no fuese aburrida y gris… Dean no es un mito; es un icono tan imprescindible como la famosa foto de los obreros almorzando en el rascacielos…
El argumento del filme es bien simple. Tres jóvenes rebeldes, Jim Stark (James Dean), Judy (Natalie Wood) y Platón (Sal Mineo), coinciden en una comisaría por motivos distintos. Jim ha sido arrestado por embriaguez en la vía pública, Judy por vagar sola por las calles durante la noche y Platón por haber dado muerte a tiros a unos cachorros. Los tres son interrogados por el inspector Ray Fremick (Edward Platt) y entregados a sus familiares, residentes en una barriada de vecinos de clase media.
El guión, del joven Stewart Stern, desarrolla un argumento original de Nicholas Ray, adaptado por Irving Schulman. Se rueda en escenarios reales de California (Los Ángeles, Calabazas, Hollywood, Santa Mónica…) y en los platós de Warner Studios (Burbank, CA). Es nominado a tres Oscar.
La idea del film surge como respuesta a la preocupación general del país, por una problemática nueva y creciente: la nueva generación de adolescentes, llegados al uso de razón en los años 50, en EE UU, presenta una cota elevada de individuos conflictivos, transgresores, violentos y rebeldes, aficionados a las emociones fuertes, que, con frecuencia, caen en la práctica de actos delictivos. Los hechos establecían una causalidad directa entre pobreza y delincuencia juvenil, que también se encontraba paradójicamente en las clases medias y en las altas y acomodadas…
Nicholas Ray retrata la vida de una generación de jóvenes norteamericanos, que ya van gozando de una libertad excesiva, a costa de llevar una vida desenfrenada, en la que los machitos engarzan con el beneplácito y consentimiento explícito de sus féminas compañeras y con el ambiente que les rodea; siendo, en el fondo, hijos abandonados, a su suerte, por sus padres y/o familias, huérfanos reales a los que únicamente se les proporciona dinero y bienestar material, sin darles a cambio lo que más necesitan: presencia física cercana; amor y cariño, demostrados permanentemente; valores auténticos e inmateriales… Por ello, los adolescentes de ambos sexos se van metiendo en una serie de problemas y dificultades continuamente, pues son los clásicos hijos de papá y mamá, cuyas vidas están resueltas, en lo material, pero que necesitarán descubrir su propia identidad y cómo conseguir la felicidad mediante el trato con sus iguales. En definitiva, es el mismo problema generacional de toda la vida, desde que el mundo es mundo, pero con novedosos ingredientes…
Película de acción y entretenida, con variadas y sustanciosas enseñanzas en sus alforjas: que el auténtico cariño a los hijos y en la familia ha de ser diario y continuado; que no vale proporcionar simplemente dinero y bienestar material, sino que se ha de estar al lado del hijo para guiarlo y ayudarlo siempre que lo necesite; el buen ejemplo que han de dar ambos padres, ejerciendo sus auténticos y verdaderos roles, sin avasallar ni usurpar el del otro…
Ray muestra un enérgico y ensordecedor melodrama de una juventud atormentada y desenfrenada, en el que la edad del pavo hace estragos en la Edad de Oro del Rock&Roll, pero en la que estos personajes parecen enfermos mentales con trastornos de personalidad muy serios.
Gustó, y mucho, cómo se desarrolló y acabó la película, pues la ovación final sirvió de premio ostensible al fenomenal retrato de una generación juvenil que vive una vida sin freno ni obligaciones, como anticipo, ya en 1955, de lo que nos quedaba por ver en la vieja Europa y en nuestros propios jóvenes…
Tras 111 minutos de metraje, todos acabamos discutiendo lo que en pantalla nos habían presentado, tan magistralmente actores y director, haciendo nuestro miniforum característico, mientras cogíamos el ascensor y/o las señoriales escaleras del Hospital de Santiago para marchar a tomar algo, antes de encerrarnos en nuestros ansiados hogares, llegando a la misma conclusión: hoy en día, hay bastantes rebeldes sin causa, pero con los gastos pagados, ya que el papá o la mamá son los solucionadores oficiales de todos sus problemas…
Todos estábamos esperando la finalización de este ciclo (el siguiente jueves), para tener noticias del nuevo. Ya, Juan había pedido, al principio de la sesión, que los presentes diesen pistas o sugerencias para elaborar nuevos ciclos. Una asistente aconsejó que se hiciera sobre la actriz Katharine Hepburn; y algo tendrían ya pensado los dos cerebros del cineclub “El Ambigú” (Andrés y Juan), puesto que siempre nos regalan la magia y la sabiduría del cine, cariñosamente gratis…
Úbeda, 22 de abril de 2016.