Por Mariano Valcárcel González.
Es imposible en un rato dejar salir sentimientos o emociones que te afectaron toda la vida. Eso, al parecer, lo saben bien los psicoterapeutas que explotan esa veta del humano, sesión tras sesión, casi indefinidamente, porque en realidad convierte en psicodependientes a sus clientes.
En general son las “cebrités”, estrellas de la farándula y el espectáculo, quienes más están enganchados a este rosario de sesiones de psicoterapia, dándole vueltas una vez y otra al cuento de sus infancias desmejoradas, a sus incontrolados deseos ocultos, a las rupturas sentimentales recurrentes o a las adicciones varias y peligrosas de las que no se desenganchan jamás (como a la misma a la que acuden para ser desenganchados). A veces, el psicoterapeuta espabilado, más que ellos, se aprovecha de esta relación de dependencia para influir directamente sobre su cliente, dirigirlo, intervenir en su negocio, contratos, decisiones profesionales, y hacerse un poder al lado del famoso. Han llegado hasta serles imprescindibles y hacerse, a su vez, ricos.