Por Dionisio Rodríguez Mejías.
3.- Una terrible historia.
Pensé que no era un buen momento para responder, dejé que fuera ella quien hablara y yo seguí en silencio.
—Mi vida no ha sido fácil: al poco tiempo de nacer, mi padre nos abandonó. Le dio un poco de dinero a mi madre, le dijo que se iba a trabajar a Alemania, pero que pronto volvería a buscarnos. No volvimos a verle. Cuando se terminó el dinero, mi madre iba cada día a la estación de Francia a ver llegar los trenes. Yo tenía unos tres años, y me llevaba con ella a todas partes. Al poco tiempo, no tuvo más remedio que pedir limosna. Y, ¿sabes una cosa? Una mañana de pleno invierno, un cura se interesó por nosotras, y nos llevó a un centro de Auxilio Social, en la Rambla de santa Mónica.