Por Dionisio Rodríguez Mejías.
2.- En la calle Tuset.
En la puerta nos esperaba “El Colilla” muy sonriente para despedirnos con su sarcasmo habitual.
—Vayan ustedes con Dios y que se diviertan.
—¿Quieres acompañarnos? Vamos a cenar —respondió Olga—.
—No; gracias. ¡Pasadlo bien, pero tened cuidado! ¿Sabéis quién dijo que la juventud y la prudencia suelen andar por caminos diferentes?
—Lo ignoro —le contesté—; pero tiene gracia, viniendo de alguien tan juicioso como tú. ¡Hasta luego!