El arte perdido

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

Se ha especulado mucho sobre el arte desaparecido en la Guerra Civil española. En este artículo, Ramón Quesada nos muestra una interesante información obtenida como fruto de sus gestiones periodísticas. Concretamente, llaman la atención las que refieren a la Sacra Capilla de El Salvador que, como todo el mundo sabe, es propiedad de la casa ducal de Medinaceli, donde se encontraba la única obra escultórica de Miguel Ángel Buonarrotti que existía en España, el famoso San Juanito. La lectura del artículo es desde todo punto de vista interesante; nos aproxima a la idea de lo que se perdió en la confrontación civil.

Decir también que los vestigios que quedaron, tras la destrucción de la escultura, fueron llevados a Italia para la restauración de la imagen, encontrándose actualmente totalmente acabada, esperando su inminente traslado a España. Esta es una información que Ramón no disponía de ella, al no estar concluida la obra en la fecha en que escribió el artículo.

Cuando el próximo día 12 de este mes se cumplan treinta y nueve años de la muerte del doctor don Ramón Martos López, a este servidor le quedará un día para cumplir años.

Dentro de sus aportaciones culturales, terapéuticas cuando la sanguijuela era utilizada en medicina para obtener evacuaciones sanguíneas en los enfermos, y las ventosas y los purgantes por otro lado, y literarias en una época dorada para la literatura en Úbeda, uno de los legados más significativos que de Martos López hemos heredado ha sido ciertamente el libro Imágenes de Úbeda, editado en esta ciudad en 1949, viniendo a mis manos, con otras obras suyas como Rojo y negro, La Casa de las Torres y La iglesia del Salvador, gracias a la amistad que me unía con su dilecto sobrino político, don Lorenzo Lechuga Vegara, desaparecido recientemente.

En la introducción de Imágenes de Úbeda, que don Ramón denomina “Proemio” y que indiscutiblemente es el desechar la primera vuelta de llave para entrar en un atractivo panorama de conocimientos y experiencias, al arribar a las páginas iniciales, este versado galeno, al que cautivó y prestigió el estudio de la autonomía humana, nos hace una sustancial versión literaria escribiendo sobre una obra que se tenía por atribuida a Miguel Ángel, pero que, a mi juicio ‑y en esto coincido con otros autores‑, esta era salida, en realidad, del cincel del maestro italiano: el San Juanito, que se veneraba en la iglesia del Salvador de Úbeda, imagen destrozada a golpes de martillo por el cerrilismo, en 1936. Creencia de su autenticidad miguelangelesca, en la que nos precede un estudio de Manuel Gómez‑Moreno Martínez en Archivo español de arte y arqueología, 1930, donde da por seguro que se debía al buril de Miguel Ángel Buonarrotti, de acuerdo también con don Ramón Martos y otros estudiosos del arte en la paternidad artística de la estatua en mármol níveo de Carrara, realizada en 1493 por encargo de Lorenzo de Médici y traída a España por el ubetense don Francisco de los Cobos, en uno de sus frecuentes viajes a Italia, acompañando a Carlos V.

Representaba la figura del san Juanito a un niño de unos diez años de edad, de 1,30 metros de altura. Aparecía de pie, con una zamarra de cordero ajustada a la cintura por la correa; la mano derecha asía la vara crucífera y la izquierda un pergamino enrollado y una escudilla entre el mismo brazo y el costado. La pierna izquierda, en suave flexión, apoyada sobre un saliente de la piedra que le servía de soporte; en la parte posterior, un rugoso tronco por el que trepaba la hierba. Su rostro no tenía una expresión acusada, como abstraído en dulces pensamientos; labios delgados y suaves, entreabiertos; ojos más bien pequeños y acusados párpados; recta la nariz y delicada barbilla. Esférica la cabeza y pelo corto y rizado. Cuando la esculpió, el artista empezaba a realizarse.

De entre todas las obras de arte desaparecidas en 1936, el san Juanito fue la escultura más valiosa que Úbeda pudo perder, junto con otras obras importantísimas que se guardaban en la Sacra Capilla del Salvador, como las figuras del Salvador, como las figuras de Moisés, Elías, Santiago, Pedro y Juan del grupo de la Transfiguración del altar mayor ‑Tabor‑ de Alonso de Berruguete, restauradas en 1967 por Juan Luis Vassallo. Cinco trípticos primitivos flamencos; un retrato de don Francisco de los Cobos, de Tiziano; un óleo representando a la “Adoración de los pastores”, de Pedro de Orrente y un largo, larguísimo etcétera de joyas artísticas, entre las que se encontraban relicarios, cruces y custodias de oro, plata y pedrería. También un órgano instalado en el coro, con intento de su restauración hace unos años, pero sin suerte.

Por otro lado, un cuadro de “María Magdalena”, de autor desconocido, y otras muchas pinturas, junto con “La piedad” de Sebastián del Piombo, pintado en una losa de pórfido, fueron enviadas a Sevilla hace demasiados años para su restauración, sin que hasta la fecha y tras sucesivas gestiones hayan sido devueltas al patrimonio artístico de Úbeda.

De la extraordinaria escultura del san Juanito, sólo quedan algunos trozos: una mano, parte de la peana, cintura y algo de brazos y piernas, piezas celosamente guardadas, que evidencian la tremenda profanación cometida con las obras de arte en Úbeda.

Siguiendo a don Ramón Martos en su estudio sobre el san Juanito y apartándome de tanta desdicha artística, este nos dice que «Es esta la primera obra en que Miguel Ángel destacó su personalidad, no cumplidos aún los veinte años, pero dueño ya de la ciencia escultórica, encariñado con ideales de clasicismo hasta su frialdad, tomando modelo en la niñez, que no le duró mucho, y abriendo resueltamente un nuevo cauce de cristianismo paganizado a la escultura del siglo XVI».

Siendo la única imagen que del escultor italiano se encontraba en España, no era extraño que fuese visitada por entendidos y curiosos, venidos de todos los rincones de nuestra patria. Ya, Argote de Molina, refiriéndose a la iglesia del Salvador, escribió: «Donde se ve, en el altar mayor, un san Juan “Niño”, que dicen le presentó a Cobos el Senado Veneciano, joya de excelente escultura».

(07‑01‑1991)

 

almagromanuel@gmail.com

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