Por Mariano Valcárcel González.
Mi cortedad de miras y entendederas no me permite comprender ciertas cosas que parecen ya de común dominio y de aceptación general o, al menos, de ser dadas y ocurridas, y pasarles por encima una pesada losa de conformidad.
Porque hemos dado por admitidos los chanchullos, las trampas, las falsificaciones, la violación por sistema de las normas… Que todo funcione, pero bajo reglas que no son las escritas, sino las subyacentes, las sobreentendidas, las que entienden muy claramente que las leyes están para violarlas y obrar en consecuencia.