Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.
Quien haya conocido y tratado a Ramón Quesada habrá descubierto que idolatraba a don Juan Pasquau. No lo conoció en el aula como maestro, como sí sucedió con casi todos nosotros, “safistas”; pero lo tuvo como tal en la vida cotidiana. Poco más podríamos decir nosotros de lo que le llegamos a conocer y de la sabiduría que le dio tiempo a derramar sobre nuestro conocimiento; que tampoco fue tanto, dada la profundidad de su cultura.
Ramón Quesada, con pleno conocimiento de causa, se aferró a su mundo y pudo explorar las facetas más desconocidas de su personalidad. Buenas muestras nos las expone en este artículo.