2.- Las primas y el guaperas de Balastegui.
Miró al reloj, dijo que era un poco tarde y salimos del bar. Estábamos entrando en la pensión, cuando un griterío interrumpió nuestra conversación: llantos, insultos y un portazo tremendo, que venía del comedor. Catalina llamaba al orden, pero las voces no tenían trazas de parar. Emilio me miró y afirmó con absoluta seguridad.
—Ya están las primas de pelea, por culpa del jodido Balastegui.