Al contrario que lo del artículo anterior, y del auge del alquiler de apartamentos, lo que se vino prefiriendo era irse de vacaciones a un hotel. Las amas de casa, sobre todo, lo tenían bien claro, que ahí no tengo que preocuparme de nada, que todo me lo hacen. Y básicamente es así.
Los hoteles se clasifican por estrellas, como en el ejército, y a más estrellas supuesta más categoría. Un general de cinco estrellas ya es la repanocha, pues eso, pero en hotel. Sin embargo es engañoso, no tanto en España como en Italia o Francia u otros países de larga trayectoria turística, que te ofertan o alojan en hoteles que debieron ser degradados en corte marcial hace ya años… ¿Cómo se explica?, pues que en su momento fueron buenos establecimientos según los criterios de la época, pero luego no se renovaron ni remozaron las instalaciones; no hicieron ni la más mínima reforma. Corremos un serio peligro de que esto pase también acá, en realidad ya nos pasa, que uno empieza a ver hoteles de alta graduación en los que las deficiencias son más que evidentes. Quienes tienen la obligación de inspeccionarlos de oficio, da la impresión de que son algo parcos en ese ejercicio.