5.- ¿Por qué los perros muerden a los niños y las ovejas no?
El tren aminoró la marcha para dar paso al expreso con destino a Sevilla. El campo era un vergel, los pájaros revoloteaban juguetones y el grano se salía de las eras. Se abrió el disco, el tren silbó con machaconería y reemprendimos el viaje. En la estación de Alcázar de San Juan bajaron algunos pasajeros con sus equipajes y otros se amontonaron ante el mostrador de la cantina para rellenar las botellas de vino. El día estaba claro, soplaba un vientecillo limpio y cálido, y las hojas de los árboles brillaban como nuevas. Subió un matrimonio con un niño de unos seis años y los viajeros se apretujaron en el compartimento para hacerles sitio. El calor empezaba a apretar. Se oyó el silbato del jefe de estación anunciando la salida: gritos y carreras. Siempre había algún retrasado que se subía con el tren en marcha.