3.- Bella y hermosa como una flor.
Como la mayoría de los jóvenes de aquel tiempo, yo era un muchacho ambicioso, con una cultura elemental, y condenado a mantenerme virgen hasta la noche de bodas. Los curas y la sociedad se habían propuesto erradicar el sexo de nuestras vidas e intentaban corregir nuestras tendencias como se modela a los bonsáis: forzaban el desarrollo de algunas ramas de nuestra personalidad ‑la voluntad y la memoria‑, y sometían a una drástica poda los afectos y la sexualidad en un intento inútil de hacernos más limpios y más puros. Era como si pretendieran alterar nuestra naturaleza y suprimir nuestros instintos, sin tener en cuenta que aquel juego tan arriesgado nos podía acarrear en el futuro resultados monstruosos.