«La Orden Carmelita surge en el siglo XIII en el Monte Carmelo, en Tierra Santa. Peregrinos venidos desde distintos lugares se habían congregado en dicho lugar, con ánimo de imitar el ejemplo de vida eremítica de los antiguos profetas Elías y Eliseo, a quienes la Orden tendrá por primitivos fundadores y orgullo de su antigüedad. En dicha centuria, estos ermitaños se dirigen al Patriarca de Jerusalén, Alberto de Vercelli, representado en un lienzo en la clave de la bóveda de la nave de la iglesia de carmelitas de Úbeda, a los pies del templo, para que les otorgue la que será su primitiva regla de vida en común.