«Por entonces, María de la Cruz tiene noticia de que una noble de origen jaenés, Catalina Serrano, desea trasladar los restos de su esposo, D. Ruy Díaz de Mendoza, a Úbeda, y que posee una hija, Catalina M.ª de Mendoza, que arde en deseos de profesar. La priora le ofrece el patronazgo de la capilla para que pueda enterrar a su marido, lo que, después de diversas gestiones, ambas Catalinas aceptan en 1621, instituyendo el patronato de la capilla y profesando como monjas en dicho cenobio, además de erigirse en fundadoras, con el consiguiente apoyo económico que supuso su fortuna para la construcción del convento y de la iglesia. Dichas religiosas profesarían bajo los nombres de Catalina de la Santísima Trinidad y Catalina M.ª de Jesús. La muerte de la última de las Catalinas, la madre, en 1645, dejaría a medias la construcción de la iglesia.