Punto XIV de la LOMCE (ley orgánica para la mejora de la calidad educativa):
«La recomendación (2002) de fecha 16 de octubre, del Comité de Ministros del Consejo de Europa a los Estados miembros sobre la Educación para la ciudadanía democrática, señala que la Educación para la ciudadanía es esencial para una sociedad libre, tolerante, justa y que contribuye a defender los valores y principios de libertad, el pluralismo, los derechos humanos y el imperio de la ley, que son los fundamentos de la democracia».
Esto se me pasó por el facebook y quien lo hizo apostillaba: «¿Entonces, por qué la suprimen?».
Es cierto, incongruencia pura. O no. Que queda muy lindo lo enunciado mas llevado al etéreo mundo de lo intangible. Tan de bueno, que se convierte en abstracción total. Como tantas buenas intenciones, que recorren la “nube” de lo dicho y nunca realizado. Así que elevamos la recomendación al mundo de lo bienintencionado, pero intocable.
Porque habían decidido cargarse la Educación para la ciudadanía solamente por principios ideológicos partidarios y muy sectarios (entre los que entraban, desde luego, la rotunda oposición a todo lo que oliese a sexualidad, heterosexualidad, uniones fuera del matrimonio tradicional, o que pretendiesen equipararse al mismo…). Estas cosas y no los principios que más se debieron haber tenido en cuenta (como arriba se indican) han sido las escusas para cargarse la tal asignatura.
Léanse bien la introducción al artículo y determinen, honestamente, si no era necesaria esa Educación para la ciudadanía.
La carencia infinita de una educación en el civismo, en las reglas democráticas, en el conocimiento de la sociedad civil y de la convivencia en la misma, y, sobre todo, de los derechos y deberes que como ciudadanos tenemos, nos lleva, en nuestro país, a esa infinitud asocial e incívica que nos rodea por todas partes y desde todos los ámbitos y estamentos.
Conversaba con “mi costilla” sobre algunos de los aspectos que más nos están machacando actualmente y nos hacíamos la misma pregunta (que en realidad tiene la misma y única respuesta): «¿Por qué en los países del centro y norte de Europa apenas surgen noticias sobre corrupción, evasión de capitales, sobresueldos a tutiplén, robos a las arcas públicas y demás lindezas que por acá siembran nuestros extensos campos…?». Sí, es esa la respuesta, la que están pensando: «Porque allí hay conciencia ciudadana, hay conciencia cívica, hay conciencia de que lo público es de todos, porque todos pagan y colaboran en su mantenimiento… Porque allí se enseña, se mama, la Educación para la ciudadanía, como algo indispensable para crear, mantener y fortalecer las estructuras básicas del Estado y de sus ciudadanos (con sus consiguientes beneficios y prestaciones). Y porque existen los cauces democráticos necesarios para que los políticos venales y demás escoria abusiva sean descubiertos a tiempo, denunciados y forzados a dimitir. Lo cual es de efectos sanitarios para el sistema, comprobados».
Acá la rechazamos, porque es más importante mantenerse en el tradicional cerrilismo, atroz, que no nos ha llevado a vertebrar una sociedad sana; estamos y seguimos enfermos, socialmente hablando, porque el mal no se ha curado, antes bien, ahora se vuelve a manifestar con más ahínco, con más virulencia. Cuatro simplismos, cuatro ideas ‑mejor, consignas‑, cuatro símbolos que, bien mirados, no nos dicen nada. Y eso lleva, siempre, a la división en dos (¡ah, las dos Españas!), entre los que mantienen y se sienten dueños absolutos de ciertas “esencias” rancias, que nos retraen a los reyes godos si hace falta (o a Vilfredo, el Velloso), y que las niegan a los de la otra parte por sistema, porque nunca fueron dignos de las mismas; porque esas sus esencias son intocables e inmutables; y entre los otros esos, no dignos de nada digno, que siguiendo la corriente (y dejándose manipular torpemente) de los anteriores, les dan la razón con sus actitudes de derribo indiscriminado de todo lo que provenga de los anteriores y de lo anterior, como si lo nuevo fuese garantía única.
En estas posiciones, los que ganan siempre son los que fomentan el inmovilismo, puesto que a la postre imponen sus idearios trasnochados y evitan que se desarrollen los más avanzados. Y, en esto, la Educación tiene un papel fundamental y quienes dominan y manipulan la Educación lo saben bien.
Lo vemos, pues, en la manía persecutoria de arremeter y meter a la fuerza el concepto de Enseñanza religiosa obligatoria (o en esta ley, casi) en demérito y arrumbe de la Educación para la ciudadanía, que debería haberse impuesto desde hace ya decenios (y consolidado como básica e inamovible). Así se formarán, es un suponer, buenos fieles, mas no buenos ciudadanos (que lo uno no lleva aparejado necesariamente lo otro).
Termino con algo que debiésemos pensar: ¿Por qué la Violencia de género sigue y cada vez con más virulencia entre los más jóvenes…? ¿No fallará ahí nuestra conciencia moral y también cívica…? ¿No están fallando los cimientos básicos de la convivencia ciudadana…? ¿Y esa conciencia y convivencia, dónde se debería aprender, pues?