Jaque mate al diálogo en dos “nivolas” de Unamuno, 04

En cuanto a la secuela literaria de dicho pensamiento dialógico, su manifestación más original en las novelas quizás esté en que no solamente Unamuno concibe la existencia como diálogo, sino en que, además, establece una estrecha relación entre diálogo y autocreación: «El personaje ‑lo ha repetido Unamuno con insistencia‑ se hace a sí mismo», sin intermediarios (1).

Novelísticamente hablando, tal principio implica, por un lado, la eliminación del narrador; porque, si el personaje se hace a sí mismo, es evidente que sobra la figura del narrador: ese intruso filibustero de intimidades que, como si fuera un pequeño dios, se atribuye el don de omnipresencia, omnipotencia y omnisciencia. Y, por el otro lado, tal principio supone la autonomía del personaje; es decir, su independencia, al menos teórica, con respecto a su hacedor, ya sea el narrador ya el autor.

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