Características depredadoras de la pintada (N. meleagris), 2

16-06-2012.

Esas características de la comarca de La Serena ‑suelos poco profundos, un perfil alomado o de alcores, una cobertura vegetal herbácea y una escasa pluviometría‑ han motivado que la producción agraria se haya orientado, principalmente, a la explotación del ganado ovino (raza merina) en régimen extensivo y al aprovechamiento cinegético (perdiz), sistemas de explotación que justifican la inexistencia de labores de cultivo para evitar la erosión (fig. 16).

 

Fig. 16. Esquema que muestra los factores medioambientales y agropecuarios que favorecen la formación de plagas de langosta en la comarca de La Serena.

Si tenemos en cuenta que para completar su desarrollo, Dociostaurus maroccanus necesita estar enterrada en el suelo en forma de huevos dentro de un canuto (fig. 17), desde junio-julio hasta abril (9-10 meses), se puede comprender fácilmente, por qué el agroecosistema característico de La Serena, tan falto de humedad, favorece el endemismo de este insecto.

Fig. 17. Ooteca o “Canuto” enterrado en el suelo en el cual están protegidos los huevos de D. maroccanus. El lápiz señala el lugar donde aparece el opérculo de una ooteca después de haber eliminado, mediante cepillado, una ligera capa de suelo.

Evolución de los procedimientos desarrollados para combatir las plagas de langosta en España.

Procedimientos físicos y religiosos

Los primeros documentos que tenemos sobre la forma de controlar las plagas de langosta describen procedimientos físicos, organizándose auténticos ejércitos armados con diversos artilugios, tal y como podemos leer en este documento del siglo XVI, en el cual, doña Oliva Sabuco de Nantes describe “su estrategia contra el enemigo”:

Saldrán juntos treinta, o cuarenta, o cincuenta hombres; todos llevarán esparteñas calzadas, y sendas vardascas o retamas en la mano. La quinta parte llevará cada uno un pisón de tabla gruesa en el hombro izquierdo. Llegados donde está la langosta, harán círculo redondo caminando uno ante otro, unos a la diestra y otros a la siniestra, hasta que se junten y quede el circulo redondo, cerrado de los hombres, dos varas o tres uno de otro. Luego todos, hecha una seña, con las vardascas recogerán y ahuyentarán la langosta, cada uno la parte que le toca, y todos hacia el punto de en medio de este círculo que cercaron; y, cuando se junten, se saldrán atrás, uno si, otro no, y harán dos hiladas y estrecharán la langosta al medio del circulo. Y, cuando ya está en medio amontonada una sobre otra (que hallarán gran cantidad), entren todos a pisar esta parva con las esparteñas y con los pisones; y, pisada y muerta, queden algunos de azada y hagan zanjas, y entiérrenla, llevando la tierra limpia. De esta manera hacen más cincuenta hombres que trescientos, cada uno por sí…

A veces, los anteriores procedimientos transformaban su estructura bélica en procesiones religiosas, como se comprueba en este documento que existe en la Biblioteca Nacional de Madrid, adonde se describe la forma en que el Arcediano de Madrid, en 1686, organizó una gran caravana para acabar con una plaga de langosta que había en Toledo:

Lo primero echó un pregón, que a todos los que quisieren salir con Su Señoría a coger langosta les daría seis reales y un refresco; y por la mañana salió su señoría con un trompeta delante, muy galán; y, tras de él, seguían más de veinte aguadores con sus borricos cargados de agua y muy enramados de ramos de álamos con muchas cintas de colores atadas en los ramos. Tras estos seguían muchos carros enramados y en cada uno un letrero con una tabla que decía lo que llevaban, como despensa, cocina, repostería, confitería, enfermería; luego seguía una tienda en carricoche que la llevaban cuatro mulas muy guarnecidas de borlas, otra adonde había de ir a parar la gente que había de coger la langosta; luego seguían muchas acémilas cargadas con sus plumajes, sus armas y el bastimento; entre ellas iba una en que llevaban colgadas del repostero seis herraduras plateadas y encima un banco de herrador con los aparejos de herrar; luego seguía una compañía de soldados muy galanes que iban tirando muchos tiros y por remate de los soldados llevaba uno de ellos una cruz de hasta siete cuartas de larga con una palma muy linda. Luego seguía la turba de la gente, unos en mulas, otros en borricos; luego iban los caballeros Jurados y Regidores. Todos con muy lindos caballos y muy galanes; y, por remate de ellos, el dicho Sr. Arcediano con un caballo enjaezado con cintas negras, con una sotanilla corta y botines y unas alpargates (sic) calzados y un estandarte en la mano con la insignia del Sr. S. Agustín, con su doctor, cirujano y barbero detrás. También llevaban seis frailes agustinos calzados en sus mulas y otros muchos religiosos que iban a conjurar; detrás de estos, llevaban otro caballo enjaezado con muchas cintas de encarnado y en el arzón de la silla una espuerta y un azadón sobredorado para hacer los hoyos para soterrar la langosta.

Fig. 18. Imagen de los años cuarenta, en donde aparece un grupo de operarios quemando langostas mediante gasolina, después de agruparlas con trochas de zinc y bretes.

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