19-04-2012.
En este día yo quisiera
cantarte Madre querida
con sencillas expresiones
en mi corazón sentidas.
No hay dolor que comparar
como el que tu sentirías
viendo a Jesús, tu hijo,
clavado en la cruz sin vida.
Tú, que alumbraste a Jesús.
Tú, que le diste la vida.
Tú, la abnegada Madre.
Tú fuiste la elegida.
Cuando el Ángel te anunciara,
en ti qué vería el Creador
para que fueras la Madre
de Jesús el Redentor.
Tú, la más bella flor,
Tú, la humilde doncella
la más recatada y bella
que en este mundo nació.
El sol se eclipsa ante ti,
las estrellas ya no brillan
el firmamento se oscurece
ante tu cara tan bella.
Envidia le da a las flores
esa, tu cara bonita,
y se quedan sin perfume
pues el tuyo las eclipsa.
Virgen de las Angustias
Madre por todos querida
que en su regazo acogió
el cuerpo de Jesús sin vida.
En su corazón notó
siete punzantes espadas
cuando en la cruz, clavado,
sintió que Jesús expiraba.
Esta piadosa hermandad
en la que todos te veneramos
¡Madre, deja que ése, tu dolor,
contigo lo compartamos…!
Fernando Sánchez Cortés
Pues ya es la segunda vez que me veo en tal aprieto. Escribir unas líneas para mí, que siempre me he decantado por las ciencias puras, es tarea harto difícil. Pero… aquí estoy.
De nuevo, he tenido la satisfacción de transcribir este nuevo libro de mi abuelo.
De nuevo, he tenido la oportunidad de viajar al pasado y de asomarme un poco más a su vida.
De nuevo, me he perdido en sus relatos, y los he vivido. Me han fascinado y a la vez aterrado las historias que un niño, como era él, vivió y conoció en la Guerra Civil. Con él he podido acercarme de lleno a esa realidad que formó parte de la vida de nuestros mayores y que los de mi generación no nos podíamos ni imaginar.
Por otro lado, en el libro contrasta esa niñez difícil con una madurez serena en la que se pone de manifiesto esa afición de mi abuelo por conocer sitios y lugares, por viajar. Afición que desde luego comparto.
De nuevo, gracias por legarnos a mí y a los tuyos este nuevo y maravilloso pedacito de ti.
Mari
fsresa@gmail.com