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29-04-2012.

Al otro lado del río, donde estaba la gallera del chino O’Reilly, los días de calima, con la reverberación del sol aquella tierra blanca y reseca parecía una lámina de vidrio que se ondulaba como las aguas de un lago imposible, y el aire era tan duro y escaso que no todos, ni los gallos ni los hombres, podían respirar al mismo tiempo.

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