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25-04-2012.

En cueros como estaba nomás, al abrir una hoja de la ventana y sentir el frío de la madrugada, le corrió un repeluzno por los huesos, se estremeció y, al hacerlo, le dolió la cicatriz de la vieja cuchillada en el costado que casi le llegó al corazón.

—¿Qué carajo, mi amigo? ¿Qué se acontece para despertarme a estas horas? —espetó dentudo con la boca seca y pastosa que aún conservaba el regusto dulzón de las tetas de la india Libertad—.

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