Una merienda nos vendría muy bien

20-02-2012.

En Campo, en ese acogedor pueblecito serrano enclavado en uno de esos muchos pliegues que la orografía de los montes Pirineos hacen, pasé casi un año, un crudo invierno, una fresca primavera, y un otoño cargado de nostalgia y recuerdos, pues los primeros días de mi estancia en esos lejanos lugares, tan distantes de mi hogar, de mis seres queridos, inundaron mi ser de cierta tristeza.

Cuando estaba en el campamento, a pesar de estar fuera de mi casa igualmente, nunca me acompañaron esos nostálgicos pensamientos. Las primeras cartas de mis padres y de mi novia me devolvieron la tranquilidad y la alegría, pues en ellas me daban fuerzas con sus palabras y consejos. Así pasaron los días, los meses y me aclimaté a seguir la vida como se presentaba.

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