03-02-2012.
Uno de los mayores placeres -el que más para mí-, con los que puede uno gozar, es perderse en la sierra, bien sea por unas horas, un día, o varios días; todo depende de la disponibilidad de tiempo y del lugar que ocupe esta actividad en el orden de prioridades de nuestra agenda; si bien, aquí es factible hacer alguna pequeña trampilla, una más que “justificable” excusa para alterar un poco el orden en la agenda -sin que sirva de precedente-.