08-02-2012.
Es cierto ‑y una larga experiencia lo corrobora‑ que madame Angèle no marra nunca, cuando trata de organizar un viaje, en particular si éste es de “altos vuelos”. Es insólito que ella se equivoque. Pero los demás… puede que sí. Y eso sí que es imprevisible. Como ocurrió justo el día en que salíamos en tren de Lausana para el aeropuerto de Zúrich.