«Bases para el comentario», y 8f

18-08-2011.
8.5. El espacio
El concepto de espacio tiene una doble significación: real y abstracta. En su sentido abstracto, espacio es ‘el ambien­te general en que se desarrolla el asunto’. En este caso, el espacio se convierte en un concepto cargado de la ideolo­gía de la época y deberá incluirse entre el pensamiento que se utiliza en la obra. Pero en su significación real, el espacio es ‘tiempo’ o es ‘extensión que ocupa un objeto sensible’. Como quiera que el tiempo lo analizaremos como superes­tructura aparte, el espacio sólo deberemos considerarlo como ‘un ambiente y un lugar concretos’.
Dentro de una época, una obra tiene un espacio propio, según sea el lugar elegido. Y, al contrario, un mismo lugar puede tener un espacio distinto, porque se refleja desde una época distinta. Así, la ciudad y el ambiente social de Oviedo son descritos de diferente modo por “Clarín” en La Regenta (Vetusta) y por Ayala en Belarmino y Apolonio (Pilares); o no se retrata el mismo Madrid en las obras de Arniches que en La Colmena de Cela.

No es lo mismo, a pesar de pertenecer a la misma época, el espacio del teatro de Buero que el espacio del teatro de Sastre, o de Mihura, o de Martín Recuerda.
Por tanto, el espacio hace referencia a una dimensión más personal: o bien se trata del espacio en que se mueve el autor (entendiendo por espacio el ambiente social y el tiempo histórico que le han tocado vivir); o bien se trata del espacio en que se desenvuelve una obra determinada (su sociedad y su historia, tanto ficticia como real).
En definitiva, el espacio es una concreción del ambiente general o época, en la formación y manera de sentir de un autor o en el reflejo que de ello haga en una obra determi­nada.
8.6. La acción
En el orador y el actor, la acción es el conjunto de actitudes, movimientos y gestos determinados por el sentido de las palabras, y cuyo fin es hacer más eficaz la expresión de lo que se dice.
En los poemas épico y dramático, o en cualquiera otra forma lingüística que tenga por objeto la representación activa de la vida humana, la acción es una serie de actos y sucesos, determinados por el objeto principal de la obra y enlazados entre sí, de suerte que todos formen un solo conjunto.
Así, en el desarrollo de la acción tienen importancia funda­mental el sentido de las palabras y la serie de actos y sucesos determinados por el objeto principal de la obra.
Según el propio diccionario, objeto es ‘fin o intento a que se dirige o encamina una acción u operación’. Por lo que la acción es un conjunto de actuaciones concretas, que obedecen a un fin y a un sentido previstos con anteriori­dad.
Toda acción se compone de dos aspectos: uno lingüístico o significativo; y otro físico, o ejecutivo. Lo que ocurre es que la acción se suele “medir” por su ejecución y no por su significación lingüística.
Si yo he determinado irme de excursión, primero tengo que pensar en su preparación, en su desarrollo y en su finalización; y, posteriormente, tengo que ir ejecutando cada uno de esos pasos: preparar todos los elementos necesarios para la misma (ropa, comida, billetes, aloja­mientos, etc.); ver y comprobar cómo se cumplen los planes previstos en todos los aspectos considerados (ropa, comida, billetes, alojamientos, etc.); comprobar si final­mente se han cumplido los deseos previstos en todos y cada uno de los aspectos citados. Por tanto, la acción es equivalente al concepto de estrategia, ‘arte, traza para dirigir un asunto’.
Por otra parte, tenemos que decir que la acción no es única casi nunca. En la misma excursión que hemos anunciado, hay otros intereses que la justifican: conocer una ciudad, un paisaje, un arte, unas costumbres cívicas, una gastro­nomía, etc. Por tanto, en toda actuación humana se suelen mezclar dos o más acciones que obedecen a una intención previa.
Pero suele ocurrir ‑especialmente en las obras literarias‑­ que, a la acción creativa del autor a través del sentido de las palabras o de la actuación de los personajes, suelen enfrentarse las acciones de sentido contrario de unos antagonistas (en la comprensión del significado lingüísti­co o en la actuación de los personajes), que se sienten afectados por aquella acción. Por tanto, se produce que a toda acción se enfrenta una reacción, como sucede en cualquier fenómeno físico.
La lucha entre las acciones y las posibles reacciones es una lucha de fuerzas que habremos de descubrir y anali­zar en bastantes obras de las que tengamos que comentar.
Andrés Amorós dice de la obra de Ramón Pérez de Ayala, Belarmino y ApolonioPara la crítica, [es] un “breve universo”, un relato de gran densidad intelectual, una estructura artística muy compleja, una “novela summa” que plantea con suficiente amplitud el sentido de la existencia humana, una investigación sobre el lenguaje, un ejemplo magistral de perspectivismo narrativo». (En Cátedra, “Letras Hispánicas”, página 47).
Por lo que leemos, tres acciones fundamentales hay en la obra de Ayala:
(a) sobre el sentido de la existencia humana;
(b) sobre el lenguaje;
(c) sobre el perspectivismo narrativo.
A ellas habríamos de atender, a la hora de analizar las acciones que se ofrecen en dicho libro.

Deja una respuesta