«El glorioso Alzamiento», como decían en las filas fascistas, seguía su curso ascendente. La insurrección, el levantamiento contra el gobierno de la República estaba casi controlado; así lo afirmaban los medios de comunicación de los leales. La realidad era muy diferente. España se había dividido en dos y había dos gobiernos en la nación: una mitad apoyaba a unos, otra a los otros. Se establecieron frentes de lucha que hacían frontera en un sinfín de pueblos y regiones. Aquí, en Andalucía, de las ocho provincias que la componen, Málaga, Almería y Jaén estábamos en la zona gubernamental, o sea, al lado de la República; las restantes provincias apoyaban a los nacionales. Varios meses después, Málaga, según Franco, era liberada de las hordas rojas.