05-12-2010.
Hay juegos a los que se juega inocentemente y juegos en los que se juega por ganarlos, por vencer, por aprovecharlos de alguna forma o modo. Se juega y se juega, según.
Y los juegos, juegos son, como los sueños. Lo que me descoloca es que se quiera tomar a juego lo que nunca lo es. O que se pretenda hacérnoslo creer, aunque sea al revés: que lo que ciertamente es sólo un juego se pase como cosa más seria.
Resumamos o recapitulemos, porque nos vamos por nuestros cerros ubetenses sin que lectores espabilados se aclaren con tanto preámbulo lúdico. Que no, que no podemos consentir que nos metan gato por liebre, ni que personas sin cargo y venia, un día nos cuenten una; y al otro, tras ser investidas, nos cuenten la contraria y queden tan panchas y anchas.
Sea el caso del actual ministro de Trabajo (que ya es decir), nuestro comprovinciano Valeriano Gómez, cuyos datos dicen que ha sido dirigente técnico destacado del sindicato UGT. Ahora, como se sabe, es ministro del ramo. Pero el caso del juego llevado adelante, o la pantomima juguetona llevada adelante, estriba en un hecho demasiado significativo como para dejarlo pasar por alto.
Relato. El día 29 de septiembre de este año 2010 se convocaba una huelga general por centrales sindicales, entre las que se encontraba, como principal, la UGT. En contra de las reformas socioeconómicas llevadas a cabo por el gobierno socialista, entre ellas la mal llamada reforma laboral (o sea, más facilidades para despedir trabajadores), los recortes salariales a los funcionarios (esto ya con sordina rechazado), la congelación de las pensiones y la más que cierta amenaza de la ampliación de los años de trabajo antes de jubilarse. En contra de todo ello y algo más, se manifestaban los obreros convocados a huelga y, por la tarde de tal jornada, con concentraciones, EN LAS QUE PARTICIPABA, COMO UGETISTA, EL CITADO COMPAÑERO VALERIANO GÓMEZ.
Hasta el más ultra convendría que estaba en su santo derecho, tal su militancia. Suponemos que al seguirlas es porque estaba de acuerdo con la denuncia de los temas rechazados. Claro, o jugaba a ser sindicalista o ahora juega a ser ministro. Porque como ministro está llamado y ha asumido que debe llevar a cabo la continuación del programa anunciado de transformaciones económicas (y laborales y sociales). O sea, que afirma que trabajará para prolongar la edad de jubilación hasta los sesenta y siete años, y que mantendrá tanto la congelación de esas pensiones como otras cosas… Ya es ministro y ve y contempla los temas desde otra perspectiva, diametralmente opuesta a la de hace apenas tres meses. ¿Cómo es eso?, ¿cómo es posible tal conversión paulina…?
Me da que pensar. Pensar que o desde el juego sindical las cosas se ven o se pretenden ver desde una perspectiva y que luego, desde el juego de gobierno, ya el enfoque dista muy mucho de ser el que era y se jura y perjura que la buena interpretación es la de ahora. Y todavía me pienso que, en realidad, todo esto es un enorme engaño en el que, según se esté en qué equipo, se hace lo mismo o lo contrario. Se juega con nosotros. Somos la pelota que se pasan, una vez a la defensiva, otra vez al ataque.
Nuestro personaje jugaba en un equipo y ahora en el contrario (tal que hizo en su día Figo), por su sola voluntad y beneficio. Y si defendía con uñas y dientes al anterior, ahora dice glorias del actual; total, que no importa más que intentar hacerse creíble. Pero las personas, los ciudadanos, los trabajadores, no nos merecemos esto, estas burlas tan evidentes. Y cosas así incrementan el descrédito total en el que siguen cayendo, como en pozo sin fondo, sindicatos y partidos políticos (o sus cuadros dirigentes). Deberían pensárselo; pero creo, como siempre, que no lo harán.