12-12-2009.
A Javier Asiáin.
Uno se entera por la prensa
que, al rabo de las vacas,
los negros de la tribu krou
lo llamaban dadá.
Y están los periodistas
que andan perdiendo el… alma
hurgando en las letrinas
de nuevos diccionarios.
El ocho de febrero
de mil novecientos dieciséis,
a las seis de la tarde,
en el Café Terrasse
‑yo estuve allí sentado
unos años más tarde‑
en Zürich, Tristán Tzara
dijo: «¡Dadá!».
Lo atestigua Hans Arp:
«No me cabe la menor duda.
Dadá no significa nada.
Es el único préstamo
que no renta intereses.
Dadá es una palabra
que no tiene importancia
y sólo a los idiotas interesa
y a muchos profesores españoles
amantes de los datos».
Y aquí estoy, a las puertas
del Centro Pompidou.
En la cola de la vaca.