A solas y con amor, 1

10-12-2009.
[…] y el corazón que ama,‑fray Luis lo dice‑
sabe abrir y cerrar cielos y tierra con su llave.
Siempre esperó a sus hijos… Porfiado, se los pedía a Dios… Y Dios aquí estuvo complaciente y manirroto. Si no en el número, sí en la hechura. Superó en mucho el diseño de Burguillos. Que en belleza, simpatía e inteligencia eran tres soles. Nunca le cansaron. Con ellos jugaba y se peleaba como un crío más. Y ellos siempre se acogían confiados, seguros, a su cariño y capacidad educativa.

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