Por Fernando Sánchez Resa.
Hace tiempo (desde que supimos que te habías cuajado y que viajabas pausada, y -a veces- agitadamente a este, nuestro primer mundo) que te esperamos con ansias desbordadas. Todos te queremos un montón, especialmente tu hermano Abel, que ya cuenta contigo para todo y sabe que ya sois cuatro en vuestra casa. Desde que se despierta hasta que se acuesta y cualquier salida u ocurrencia la aprovecha para besarte y contarte todo lo que pasa, como si ya estuvieses entre nosotros físicamente y no en el vientre de tu querida mamá. Es tan cariñoso y magnánimo que, cuando le dan algún regalo, pregunta si es para ti y no le importa compartirlo contigo, aunque sea de su propiedad. Esperemos que, cuando nazcas, siga perdurando ese cálido ambiente hogareño y que los celos fraternales no lleguen a amargar vuestra convivencia y que os llevéis fenomenalmente, como amigos íntimos a ser posible.