Por Fernando Sánchez Resa.
Saúl, hace exactamente una semana que llegaste a nuestro mundo, para colmar -aún más- nuestra dicha; especialmente la de tus padres, abuelos y tíos. Han sido nueve meses de larga espera que han merecido la pena.
Ya te conocemos en persona, después de tu largo viaje. Eres morenito y lindo, como tu hermano Abel (aunque él nació más rubito que tú); tienes una boquita de piñón bien enmarcada en un semblante sereno con dos ojitos vivarachos que miran a todo el que se te cruza en tu camino.