Por Mariano Valcárcel González.
Decir cosas por decirlas, o con aviesa intención, es fácil, sobre todo cuando no se deducen responsabilidades de lo que se ha dicho. Contar bellaquerías sabiendo que lo son es indecencia común y, se ve, sin la oportuna sanción o advertencia.
Yo me asomo al tema de la inmigración y me siento confuso; no puedo emitir afirmaciones tajantes en uno u otro sentido, pues encuentro variables datos y circunstancias suficientes como para, al menos, ahorrarme la vergüenza de que me las invaliden a la primera de cambio (o me digan mentiroso en toda la cara).