Mentiras a mogollón

Perfil

Por Mariano Valcárcel González.

Vivimos en una perpetua y continuada mentira y esto es recurrente e inevitable.

Ahora parece ser que hemos descubierto eso llamado “fake news”, o sea bulos y mentiras disfrazadas de verdades por la categoría de los que los emiten. Y como quienes los emiten saben que si proceden de ellos se los tragarán los demás a los que van dirigidos (que además los admitirán sin rechistar), pues el método resulta infalible y de una efectividad letal. ¡Ah!, y también lo que se viene en llamar “el Relato”, que consiste en manipular significativamente cualquier realidad (o sea, contar lo que nos da la gana y como nos da la gana).

Y ya es el sistema preferido y común. Incluso en publicaciones que se dicen periodísticas (aunque sean digitales y más por ello) se encuentran titulares evidentemente manipulados; hace unos días encontré un titular que decía: «Jordi Cruz de Master Chef ha fallecido». Por la popularidad del personaje, inmediatamente muchas personas quedarían impresionadas, solo con el titular claro; pero si uno se tomaba la molestia de ampliar los datos (cosa que pocos hacen) encontraría que en realidad se referían a un chef italiano muerto en extrañas circunstancias en Nueva York. Toda una grosera manipulación del suceso y de los lectores.

Pero ya se mentía y se nos manipulaba hace bastantes años. Aquello de la entrada en el euro fue todo un ejemplo de manipulación y de falsedad; total, que íbamos a entrar en Jauja y que no, que no; no subirían los precios y el coste de la vida (tal como evidentemente los expertos del gobierno sabían que sería lo contrario). Se nos vendió repetidamente que en nuestra joven democracia ya no existía el franquismo; menos todavía, que no existían grupos fascistas… Así se nos adormeció, mientras el sistema bipartidista funcionaba con eficaz regularidad; pero el nacionalcatolicismo seguía ahí imbricado en las instituciones, el franquismo se seguía celebrando más o menos públicamente y en los lugares donde se mantenían sus cuarteles, y el fascismo cantaba con sordina sus canciones, procurando alimentar nuevas camadas. Pero se nos mentía y nos lo quisimos creer.

Dijeron que el trauma de la guerra civil estaba superado y así lo proclamaron (tal vez, hasta lo desearon de muy buena fe quienes intentaron que eso fuese verdad); pero, mientras se mantenían las afrentas -los recuerdos evidentes de los vencedores por encima de los vencidos-, esa cruz y ese panteón aupado en la sierra, para que todo el mundo lo vea bien y no se olvide de quién está allá, vigilando; se mintió descaradamente, al afirmar que era un memorial de reconciliación; solo era y es un faraónico monumento al y del dictador, para contrastarlo y enfrentarlo al que un rey se construyó un poco más allá.

Las falsedades de la historia son normales. La escribe quien vence. Pero, al final, se suelen descubrir y salvo los fanáticos y cerriles, iletrados y aborregados se pueden hacer conjeturas y deducciones del pasado e incluso, con los datos reales, formarse cierta opinión del mismo. Acercarse a la verdad.

Mentiras traen otras mentiras.

Y no deseando ni entendiendo la reconciliación como un acto de hermanamiento real entre los españoles, porque eso se interpreta como rendición de una parte ante la otra, también resucitaron las antiguas mentiras de los bandos en liza como si fueran verdades incuestionables. Y se vuelve sobre buenos y malos, blanco y negro, sin matices, sin grises. Aureolas de santos y de santas o de demonios y diablesas según quienes así elijan sus santorales ideológicos. Mentiras alzadas sobre las verdades del enfrentamiento, el odio, las matanzas y los exilios. Aquí nunca hubo ni olvido ni perdón (con las renuncias y las verdades que ello conlleva).

Nos mienten cuando imponen modelos económicos que cargan el esfuerzo (productivo y financiero) sobre la masa ciudadana a la que aún le pueden sisar algo; la que puede todavía ser exprimida, y lo hacen con el descaro y la prepotencia de saberse indemnes de los perjuicios, antes bien de ser los máximos beneficiarios. Pero nos siguen manipulando y mintiendo sin que nos podamos defender. Y no digamos la mentira fundacional del capitalismo predador, que pontifica que a menos impuestos mayor libertad… ¿Para quienes? ¿Para quienes quieren quedarse con todo sin ceder en nada?

Hay tontos con diploma de honor, cum laude, que no solo se creen las mentiras, sino que te arrancarían los ojos por refutárselas, aunque sean las verdades más evidentes del planeta. Esos de la planicie terrestre (que todavía pretenden encontrarla), los que execran de cualquier medicina contrastada incluyendo las vacunas, porque hay quienes eso les dijeron (a riesgo certero de su salud y la de los demás); sin embargo, siguen a ciegas enseñanzas y temarios que prescriben dietas, homeopatías, curas y demás aberraciones como verdades absolutas.

Veganismos y demás modas nos llevan al paraíso perdido (y nunca existente) de los cuerpos inmaculados, perfectos en su soñada primigenia. La verdad de muchos años de evolución de las especies, para ellos no es más que una mentira institucionalizada por la sociedad opresiva. Invierten la prueba y lo que es no es y viceversa.

La gran mentira con tinte de ruptura y revolución de la lucha de género, del triunfo de la identidad de género, de la supremacía del feminismo sobre el machismo es otra de las grandes mentiras arrastradas históricamente; invertida. El machismo ha sido ancestral, porque ancestral ha sido la imposición cultural y el dominio del hombre sobre la mujer, basada en criterios religiosos y culturales; al hombre ha convenido la sumisión de la mujer; esto es una verdad incontrovertible. Pero hacer vuelta de calcetín y deducir ahora lo contrario es irse hacia una atroz mentira. Y en ello persisten grupos femeninos (y sus cantores), a pesar de la falacia desde la que parten. Ningún género está por encima de otro.

Una fábrica de mentiras a mogollón es esa cadena de televisión importada de Italia, del gran mentiroso Berlusconi, que tiene la especialidad en adormecer a la masa con programas trucados y muy controlados para lograr ese efecto. Pan y circo romano en su más depurada expresión. Muy útil para el discurrir de la inopia política.

De las mentiras de las religiones, mejor dejarlo; que habría para varios tratados.

De las mentiras de los políticos, qué decir; sino que ellos mismos admiten y declaran que lo que se promete en campaña electoral es agua de borrajas. O sea, tonto del capirote quien se lo crea.

Hubo un grandísimo mentiroso al que todavía se le sigue prestando audiencia a pesar de sus evidentes falsedades: Rousseau. No digo más.

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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