Una boda muy original, y 02


Por Fernando Sánchez Resa.

Cada cual, como puede, llega al hotel Ciudad de Úbeda, en donde hoy hay varias celebraciones, no solamente matrimoniales, hasta que es advertido por su personal hotelero que la copa de espera se realizará en sus jardines, mientras el sol y las nubes juegan a las damas para ver quién gana.

Allí están todas las mesas preparadas y cada cual se va acercando a la que quiere, hasta que llegan los novios y son todos advertidos de ello. Gran cantidad de tapas, caldos y viandas van consumiéndose y ofreciéndose por los amables camareros, habiéndolos de ambos sexos. ¡La paridad ha de llegar a todos los confines de la tierra…!

Hasta que las dos hermanas de la novia, Inmaculada y Mari Ángeles, les hacen un fabuloso regalo (en forma de danza) a los novios y, por añadidura, a todos los asistentes. Mari Ángeles baila e interpreta magistralmente “La vida es bella” de Barcarola; Inmaculada les hace revivir “Las lluvias de Castemere”, de la serie Juego de Tronos; mientras que “Stand by me”, de Pitingo, la llevan a cabo conjuntamente, cual dos excelsas bailarinas que parecen de goma. Mientras tanto, en el cielo, se produce una disputa pacífica entre nubes y sol. Menos mal que parte de los toldos extendidos palian los intensos rayos solares, especialmente a los que no deseamos recibirlos en exceso en nuestra piel, aún siendo luz amorosa que se funde con el cuadro escénico que nos regalan estas magnánimas y magníficas hermanas, Murciano Calles.

Luego, una vez consultada la mesa que le toca a cada uno, en el simulado cinematógrafo que se encuentra junto a las escaleras de entrada del salón de boda (a mí, me corresponde Rebelión en las aulas). Entramos y reconocemos a nuestros compañeros más cercanos; y ya, sentados, llegan unas palabras cariñosas de una dama hacia los novios, pero que por culpa del ruido y del tráfago reinante, a pesar del micro, no hay modo de que se entere casi nadie.

Más tarde, tras haber tomado fuerzas con la opípara comida, Inmaculada y Mari Ángeles cogen el mando de la tropa marchosa que las secunda para interpretar, con garra y gracia, el Flashmob (multitud relámpago) “Vivir la vida”, de Marc Anthony.

En el ínterin, mantean (por dos veces) al novio en el exterior de la sala, supongo que sin que su esposa lo sepa, pues se hubiese disgustado sobre manera; y más la segunda vez que lo hicieron (siempre sus amigos varones) pues, por poco, va al suelo. Me acordé entonces del capítulo decimosexto del Quijote cuando lo mantean en la venta (que imaginaba castillo) y queda tan maltrecho.

Después llega más sustanciosa comida y bebida y, tras los postres y el brindis, bajamos al piso inferior donde nos espera barra libre, siempre gozando de la amabilidad del personal camarero que, en todo momento, está dispuesto a atendernos amablemente, a pesar del follón que siempre hay con la música enlatada “en modo alto”. ¡La juventud tiene los oídos fáciles y necesita muchos decibelios! Cómo se nota la mucha gente joven que hay en el local, sobre todo a la hora de gritar, ovacionar, aplaudir, decir mil veces «Que se besen» o sacar los pañuelos, como en los toros, a la llegada de los novios al salón principal del hotel. El regalo de cerveza con abridor que dan los novios y sus ayudantas, a los postres, servirá para paladear (una vez más) estos intensos momentos vividos hoy aquí.

Y luego, cuando bajamos al sótano, porque a las nueve de la noche hay otra boda en el mismo local, sigue la marchosa música, aún más fuerte, con la posibilidad de bailar (cogido o suelto) y de expansionarse, además de aprovechar para hacerse fotos “cachondonas” y graciosas en el photocall, allí instalado; con el añadido de disfrutar de barra libre unas cuantas horas más.

La melosa canción “Noches de boda” de Joaquín Sabina, sirve para dar comienzo el baile nupcial, caldeando aún más el ambiente festivo con música y letra de nuestro universal paisano. Antes, han puesto un corto vídeo con entrañables fotografías de los contrayentes en diferentes etapas de su vida, acompañados de familiares y amigos, con meliflua música que ensanchó, aún más, los corazones de todos, tintándolos de nostalgia y pasado.

Algunos aprovechamos para despedirnos de los novios, sus padres y los amigos a eso de las siete y media. Los novios y su cohorte juvenil celestial aguantarán hasta las cuatro de la madrugada. ¡Sus ganas de juerga no tienen hartura…!

Auguramos y deseamos buen viaje y mucha suerte a estos novios súper enamorados, Mari Carmen y Javi, que marcharán a Perú, durante diez días, de luna de miel, sin miedo a volver a cruzar el gran charco. Esperemos que no padezcan mal de altura, y que puedan admirar ese país andino tan maravilloso, disfrutando de su amor sin límites. ¡Están en una edad y en unos momentos tan dulces y apropiados que seguro los sabrán aprovechar y saborear con largueza…!

Úbeda, 10 de junio de 2018.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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