Por Fernando Sánchez Resa.
Mamá, hace casi un mes que te fuiste y tu presencia en nuestra memoria colectiva de familiares y amigos, y en nuestras ajetreadas vidas, sigue intacta, por todo lo que te quisimos y seguimos amando…
Ya te encontrarás gozando del descanso eterno en compañía de Dios, la Virgen María, todos los Santos y tus seres más queridos, una vez que todos ellos te saldrían al encuentro, el pasado 29 de marzo, para recibirte como te mereces: papá, descalzo recorriendo los Campos Elíseos, ataviado con su hábito penitencial de su amada Virgen de las Angustias; tus dos hermanos, con sus trajes de faena ganadera, siempre bullendo y laborando; y tus padres con la alegría de tenerte, al fin, entre sus brazos…, en ese paraíso en el que creemos todos los cristianos y que se encuentra allá arriba, en el cielo, adonde mira tu octavo bisnieto Abel, cada vez que pasa por la calle Arjona de Úbeda y se empeña entrar en la residencia El Carmen, para visitar a la “abuelita vieja” a la que tanto quería; y que aún no es consciente de tu ausencia. Al pasar por allí, insiste en entrar y bajar la rampa para acceder al ascensor, pues quiere subir a verte; mas, cuando le decimos que ya no estás allí, sino en el cielo, y señalamos hacia arriba, él mira cándidamente, pues no le cabe en su rubia cabecita de dieciséis meses que te hayas ido tan pronto, siendo tan amable y cariñosa con él y con todos nosotros…
Pero así es la vida, y así debemos aceptarla todos; mientras la primavera labora el milagro de hacer florecer tus amadas plantas y tu florido rosal, poblándolo de suaves y aterciopelados capullos amarillos de pitiminí, nosotros sentimos tu gran ausencia y esperamos encontrarnos contigo, cuando Dios nos llame a su presencia.
Entre tanto, rezaremos por ti y por todos nuestros familiares y amigos difuntos, tratando de sobrellevar la vida que nos regalaste -cual madre, abuela y bisabuela- lo más dignamente posible, en este “Valle de lágrimas”, como nos recuerda la oración de “La Salve”.
Úbeda, 26 de abril de 2017.