Por Dionisio Rodríguez Mejías.
Al Parlamento español van llegando los horteras, con las mochilas al hombro y sucias las sudaderas. Vienen en plan de protesta, discusión y pelotera, dispuestos a la reyerta y a la bronca callejera. Mil fotógrafos aguardan con sus cámaras dispuestas, la aparición de Pablito, la llegada del profeta, con su pantalón caído, la camisa y su coleta. La presidenta está a punto, con bolígrafo y libreta, para exponer y advertir, a tan díscola caterva, que no piensa tolerar ni la más mínima ofensa. Pablito sueña “gobiernos”, y su novia “presidencias”; y el de la “minga” Dominga, no oculta su prepotencia.