Por Mariano Valcárcel González.
Me alejan de ciertos grupos y movimientos, en los que podría encontrar afinidades ideológicas o programáticas, las cuadrillas de talibanes doctrinarios que los alimentan, animan y, a veces, alcanzan niveles de poder tanto interno como externo, y con el poder, la tendencia compulsiva al control y a la descalificación y defenestración de todo lo que verdadera o imaginariamente no les es afín o aceptable.
Ya escribí acerca de la izquierda caníbal que a sí misma se destruye (o crea un saturnal monstruoso).
Los nuevos dirigentes, emergentes, que tratan de acaparar los puestos de control y de poder, moviéndose bajo supuestos liderazgos democráticamente designados, lo hacen no con nuevas fórmulas, imaginativas fórmulas de propuesta y acción, sino bajo los ya bien diseñados esquemas del populismo, de la dialéctica rancia de revoluciones habidas y casi siempre mal experimentadas y mal concluidas. Surgen estos nuevos dirigentes del mundo universitario, generalmente, de sus conciliábulos de afines y para afines, de sus seminarios, y que contemplan esta oportunidad como ideal de acción para llegar a sus fines. En estas aulas y seminarios, se trabaja mucha teoría teorizada hasta la saciedad y se trabaja en supuestos bien controlados, científicamente, para que sus conclusiones siempre sean las que se desean. Yo he conocido conclusiones sobre trabajos prácticamente inventados.
No insinúo de principio que estos profesores universitarios sean unos memos (que también los hay, por muy universitaria titulación que tengan); creo que se empapan bien de sus fuentes de conocimiento, pero que pronto las sesgan, o las olvidan, o solo escogen lo que coincida con su tendencia ideológica; en todos los campos y desde todos los ángulos ideológicos se ha hecho así; no es, pues, nada nuevo.
Una vez teorizada y elaborada una propuesta con visos de cierta lógica y de ser aceptada, se tiene necesariamente que pasar a la práctica y aplicación. Ahí está lo bueno: pasar de la teoría a la práctica, lo que es condición imprescindible para validar lo pensado. Y no es lo mismo sembrar en terreno previamente adaptado y que ya rinde, que hacerlo en uno virgen, que hay que roturar. Si se dan las condiciones necesarias (condiciones sociopolíticas y económicas) para ello, entonces se podrá aplicar el conocimiento adquirido; aplicado el plan a escala macro, deben verse con toda seguridad los resultados previstos, se debe alcanzar indefectiblemente la finalidad pretendida. Si las condiciones no son las idóneas, entonces hay que trabajar para modificarlas a nuestro interés. Es así de fácil.
Bien, todo es correcto, bajo la óptica de esta dinámica, pero me cuestiono: ¿es necesario para todo ello copiar los mismos esquemas sectarios que denunciamos en otros?, ¿es necesario deformar tanto el propio conocimiento aprendido como para que lo que objetivamente era blanco ahora sea negro?, ¿es necesaria tanta manipulación, tanta tergiversación, como para no sólo denunciar lo denunciable (que es lo que se debería hacer), sino también para justificar lo injustificable…?
Pongamos un ejemplo bien reciente: llegó el 12 de octubre. Esta fecha ha sido manipulada y utilizada hasta la náusea por los del patrioterismo barato, es cierto, se retorcieron los hechos y se entendieron como fundamentales en el adoctrinamiento, se metieron falsedades como cordilleras en la enseñanza del espíritu nacional, se elaboró una historia que era más inventada que real; se la declaró, no Fiesta Nacional (como se intenta sea ahora), sino Día de la Raza. ¿De qué raza se estaba hablando?, ¡si en la península ibérica proliferaron las razas y las mezcolanzas! Y a nadie se le ocultaba que era cosa del barniz ideológico a caballo de los fascismos amigos. Luego se suavizó algo, nombrándola Día de la Hispanidad; un mero intento de darle protagonismo a España ante los países americanos, tal que Gran Bretaña (siempre irán por delante) había creado la Commonwealth (‘riqueza común’). Fantasías del periclitado imperio ‑Isabel y Fernando, el espíritu impera‑.
Los guardias civiles tienen la fecha por patronal (y no me pregunten ahora el porqué de que la Virgen del Pilar sea su patrona); mas eso debiera quedar en el ámbito castrense… Si se hace lo contrario es porque se vuelve a mezclar la ideología y la facundia (y el darle soba al Instituto Armado, que nos conviene) con los meros hechos o circunstancias históricas. ¿Cuáles?, pues que de sí y por sí fue una gesta, una acción excepcional (esa llegada contrastada y certificada de europeos a las costas americanas), que a su vez dio inicio a una nueva era histórica. Esa es la verdadera referencia de la fecha y la verdadera importancia de la misma. Irse por las ramas de sus posteriores consecuencias negativas, obvias e irreversibles es mera interpretación tendenciosa, partidista e incluso intencionadamente destructora. El señor alcalde de Cádiz, ¿tendrá que devolver todo lo que su ciudad adquirió en el comercio de Indias…? Es situarse tan en la falsedad como los anteriormente citados.
Parece mentira que señoras y señores supuestamente instruidos y cultos entren y trabajen de lleno en manifestar estos absurdos argumentos, tan ridículos, al colocarlos anacrónicamente y sin el debido contexto, genocidio (?), bondad absoluta del indígena, robo y asolamiento de sus recursos… Todos sabemos que existió un Padre de las Casas que denunciaba algunos de estos hechos (y más que los vieron también); pero lo común, para el europeo depredador de la época (fuese español, inglés, o…) fue que lo que hacía le estaba permitido y justificado. ¡Ay, si tuviésemos que estar a todas horas revisando y teniendo que pedir perdón o darnos golpes de pecho por lo que, sin ocultarse en manipulaciones, antaño se hizo mal (todos)!, ¡las confesiones y penitencias generales, públicas y en las plazas, dejarían en mantillas a Savonarola o a Stalin!