Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5.- Cuidado con Reyzábal.
Estaba seguro de que no me equivocaba. Aquella soflama había despertado mis sospechas y mis reservas; no obstante, como se había metido a todos en el bolsillo, cuando llegó mi turno procuré salirme por la tangente y no comprometerme más aún. Dije que sólo llevaba unos meses en un trabajo que apenas me daba para comer y que cada día tenía que levantarme a las seis de la mañana. Que me sentía unido a ellos por mis convicciones, y les aseguré que podían contar conmigo como un miembro solidario de su ideología; pero que en mi situación era una imprudencia comprometerme, sin tener la certeza de poder cumplir mis compromisos.