Por Mariano Valcárcel González.
Las elecciones nos van a marcar el calendario todo este año y no nos vamos a poder sustraer de esa influencia, para bien o para mal.
En general, muchos ciudadanos pensarán que para mal; pero ¡qué se le va a hacer; así lo han decidido, por nosotros, nuestros preclaros políticos! Con este peligro, ya caído sobre nosotros, hay una consecuencia que también se nos echa encima, que es la exacerbación de las pasiones. De las pasiones políticas o politiqueras. Y, con ellas, la vuelta de lo que nunca se fue, que es la propensión a la manipulación, el confusionismo, la exageración y hasta la tergiversación y la mentira descarada como forma no de confrontar ideas, ideales o pensamientos, sino de situarse por encima del contrario. Ir contra el otro, sin escrúpulos, pues al fin y al cabo… ¿no es verdad que el fin justifica los medios?