Por Mariano Valcárcel González.
El horror en su estado puro, real, horror real no inventado o maquillado, no elaborado en secuencias truculentas de imágenes más o menos efectistas, más o menos preparadas, más o menos cargadas de vísceras, sangre de atrezo y muestrarios de carnicero.
El horror horrible en su crudeza viva y actual. Cotidiana.
El horror representado sencillamente en una fotografía en blanco y negro, servida por una revista y con pie de foto que indica que lo que estamos viendo son una madre y una hija, de tres años, a las que un hombre ha bañado en ácido. Hasta ahí el hecho.