Por Juan Antonio Fernández Arévalo.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, las ideas innovadoras ligadas a la Ilustración cuestionan seriamente las estructuras políticas, sociales y económicas del Antiguo Régimen en Francia. La crisis económica, unida a la crisis de la Monarquía absoluta, desencadena un proceso revolucionario que culmina en la Revolución francesa.
Este contexto histórico se vería reforzado por un cambio radical en las ideas, que tendrá consecuencias en el mundo del arte. El arte aristocrático y alto burgués del rococó va a ser contestado y combatido por los filósofos y escritores más influyentes de la Ilustración, representada en buena parte por la Enciclopedia. Diderot, Voltaire, Rousseau… aportaron unas ideas de un mayor ascetismo moral, lo que, unido a otros acontecimientos destacados, como el descubrimiento de las ruinas de Herculano y Pompeya y la publicación de las obras de Winckelman reivindicando el mundo clásico, determinará la formación de un estilo que toma como espejo a Grecia y Roma. La eliminación de una decoración innecesaria, la simplicidad de las formas, el predominio del dibujo sobre el color y el equilibrio de la composición, serán características del nuevo estilo pictórico que, como no podía ser de otra forma, se llamará neoclasicismo.